miércoles, 30 de marzo de 2016

Preparación para desastres

En materia de desastres, una de las tareas más difíciles, es la de crear conciencia en la preparación que deben tener las personas para supervivir; es decir, incrementar su capacidad de resiliencia frente a los desastres; ya sean estos de origen natural o antrópico. 
Normalmente, en EE.UU. la Prevención (prevention), hace relación a materias de seguridad toda vez que la entienden como una preparación frente a un acto de amenaza o del terrorismo[1]. Cabe señalar, que para fines del texto, se entenderá como aquellas políticas,  normas, sistemas y procedimientos, que se encuentran orientados a reducir o eliminar  la ocurrencia de incidentes, el peligro y su riesgo[2].
Chile, un país en el que periódicamente ocurren eventos de origen natural y otros muy graves de origen antrópico, ha desarrollado una capacidad de resiliencia nacional que normalmente permite superarlos. Lo que no quiere decir, que sea de forma eficiente ni eficaz. Actualmente, se encuentra en trámite (desde el año 2011) la aprobación del proyecto de ley, que establece el Sistema Nacional de Emergencia y Protección Civil y crea la Agencia Nacional de Protección Civil[3].
Independiente de lo que ocurra en materia legislativa, lo cierto es que los eventos ocurridos a la fecha, han dejado de claro manifiesto la necesidad de operativizar   el Plan de Protección Civil[4]; ya que define estructura, responsabilidades, establece formularios para recopilación de antecedentes, pero no asigna tareas ni recursos en las diferentes etapas. Es decir: Quién hace qué, quién lo financia y qué medios actúan. Además no considera la participación de las FF.AA., quienes han tenido en los últimos eventos una extensa y destacada participación. Aunque, es menester indicar, que no siendo su rol principal, son los que se encuentran mejor preparados para desarrollar dichas tareas. Esto último, no debe entenderse como un reemplazo de los medios respondedores; si no como un complemento al contar con un estructura, personal, medios y tecnología.
Las experiencias obtenidas de los eventos acaecidos a la fecha, han generado un incremento en  el número de proyectos y de iniciativas que permiten realizar un monitoreo para obtener una alerta preventiva y de esta manera reducir los efectos. No obstante, el crecimiento poblacional y los cambios climatológicos, entre otros, son factores que incrementarán la magnitud y el impacto de los efectos que tengan en el futuro los desastres naturales y antrópicos.  De ahí la necesidad de generar sinergia en la preparación y prevención.
Mientras no exista una adecuada legislación que articule los diversos actores comprometidos en la preparación, prevención, reacción ante los desastres, los recursos y medios que participan, será la preparación individual la que tenga impacto directo en los efectos post eventos catastróficos. Dicha preparación, debe ser permanente,  constituyendo un pilar fundamental en la mitigación de los efectos causados;ya que guarda una relación directamente proporcional al alivio de las tareas de los organismos respondedores, permitiéndoles emplearse donde realmente son necesarios (optimización de los recursos).
Lamentablemente, tampoco existe un ente validador en esta materia, que permita regular, supervisar la calidad, tipo de contenidos en los diversos programas y especialmente a las organizaciones y oradores que los imparten.
Lo indicado en los párrafos precedentes, refuerza la necesidad de generar conciencia y motivar la culturización ciudadana en materia de prevención[5], pero sobretodo en la preparación para el desastre.
En la actualidad, existen organizaciones que proporcionan capacitaciones en materia de prevención y de preparación para desastres, que poco a poco han ido ganando terreno y prestigio, al proporcionar programas de instrucción cada vez más complejos, orientados a enfrentar una situación de peligro ocasionada tras la ocurrencia de un desastre, matizada con tópicos que abarcan áreas de la prevención de riesgo, haciéndolos más comerciales y digeribles para las empresas; toda vez que no existe conciencia sobre preparación. El resultado obtenido, generalmente las mantiene cautivas por lo novedoso y motivador.
Dichos programas, no solo buscan facilitar y contribuir a los procesos de  validación para normas de prevención de riesgos en las empresas; si no que además, constituyen una particular forma motivacional de reforzamiento del liderazgo y de trabajo en equipo, con escenarios realistas y la práctica de habilidades en ambientes controlados, que  de forma indirecta crean conciencia en el personal y sus respectivos grupos familiares.
Ahora, las organizaciones y empresas que se desempeñan en este rubro, por lo general, dependen de iniciativas particulares para intercambiar información, experiencias y conocimientos; es decir, participación de ferias y seminarios, donde su finalidad, por lo general recae en aspectos comerciales (venta de equipos y cursos), pero no de intercambio y difusión de información y culturización. Esto evidencia la falta de espacios de encuentro concertados y organizados por la autoridad, en el cual puedan tener acceso también centros de estudios y la ciudadanía en general. Es decir, se traten temas de forma transversal.
De esto último, observando el desarrollo de temas en estos seminarios y ferias relacionadas al security and safety (termino que tenemos reducido sólo a seguridad, lo que induce a una visión restringida asociada a la prevención del delito), se percibe que sólo se exponen las cosas buenas; es decir, lo que funciona, pero no se habla de los errores, falencias, fallas humanas y del material, que permitan realmente obtener experiencias valiosas.
Cabe señalar, que lo mismo ocurre en términos del impacto social donde la vulnerabilidad, por lo general es tratada en seminarios de índole académico y de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), pero no integrada a programas de preparación ni prevención con la participación de todos los actores. Así difícilmente se logrará una sinergia.
Retomando las capacitaciones, es destacable el hecho de ser progresivas,  ofreciendo una amplia gama de orientaciones (escuelas, discapacitados, adultos mayores, juntas vecinales, empleadas de casa particular, etc.), siendo relativamente económicas y masivas, pero no coordinadas ni supervisadas, así que cada Municipalidad (las que lo hacen), ONG´s y Organismos Técnicos de Capacitación (OTEC), las realizan de motu proprio y conforme a sus propias orientaciones.
Independiente de la obligación del Estado a brindar las condiciones necesarias para el normal desarrollo de la vida ciudadana y respeto de los derechos individuales, la ciudadanía debe entender que el estar preparado y poseer un conocimiento básico de cómo responder ante la ocurrencia de un evento; ya sea que este genere una emergencia[6], desastre o catástrofe, puede ser la diferencia entre la vida o la muerte. Esta preparación, atañe a las autoridades, organismos respondedores y especialmente al ciudadano, cuya mínima responsabilidad es la de contar con conocimientos, elementos y equipamiento básico para inicialmente velar por su propia seguridad, luego la de su entorno familiar, laboral y finalmente el comunitario.
En resumen, los aspectos de prevención, preparación y respuesta ciudadana, han adquirido mayor relevancia, evidenciándose la carencia de soluciones continuas que otorguen herramientas de respuesta, con el crudo impacto que conlleva, donde la preparación comunitaria es fundamental.
Consecuente con lo señalado, es fundamental tomar conciencia, de la necesidad de preparar a la comunidad, capacitándolos en la formación de ciudadanos con conocimientos, habilidades y un alto espíritu de resiliencia (termino profusamente abusado en la actualidad, pero poco comprendido en su real contexto).
El principal beneficio que tiene la promoción de la culturización en la preparación para el desastre, es que permea los hogares, lugares de trabajo o estudio de quienes la practican, fomentando la acción solidaria en beneficio de la comunidad, constituyendo una atractiva y cada vez más necesaria propuesta, en la construcción de los liderazgos y contención social, repercutiendo positivamente en la sensación de bienestar y seguridad de las personas, siendo por lo demás, políticamente rentable.
 [2]     Incidente: ¿qué podría suceder?, Peligro: ¿por qué podría suceder un incidente?, Riesgo: ¿qué tan grave puede ser?, ¿con qué frecuencia puede ocurrir?.http://www.achs.cl/portal/ACHS-Corporativo/newsletters/pymes-achs-al-dia/Paginas/identificar_peligros_y_riesgos.aspx
 [6] Emergencia: evento causado por la naturaleza o por la actividad humana que produce una alteración en un sistema, la cual no excede o supera su capacidad de respuesta.
Desastre: interrupción grave del funcionamiento de una comunidad o sociedad que puede causar pérdidas humanas, materiales, económicas o ambientales generalizadas, que exceden la capacidad respuesta utilizando los propios recursos.
Catástrofe: situación de una alteración tal que resultan insuficientes los medios y recursos del nivel nacional, siendo requerido el aporte de la comunidad internacional. Fuente. Curso “Operaciones de Emergencia en el Nivel Local” ONEMI.

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